miércoles, 30 de marzo de 2011

Los romanos y los bárbaros. Los chinos y nosotros

Esta mañana tenía que coger un avión. Iba con retraso. Tenía que estar ya en el aeropuerto pasando el escaner y en ese momento estaba todavía en casa, empapado, y lleno de espuma. En ese momento, me ha surgido la idea, tenía que ver con una conversación con unos amigos sobre las analogías entre el antiguo imperio romano y la actualidad. Me explicaré.

Esos seres enigmáticos de ojos claramente oblicuos (que no sé porqué dicen que son amarillos, pero bueno) y qué no sabes lo que están pensando cuando hablan contigo, son los chinos. Son muchos, lo sabemos... A los chinos se les puede ver de muchas maneras. Unos pueden decir que se ha enriquecido una élite de chinos mientras mil millones de esclavos se dedican a hacer pantalones de sol a sol por un puñado de yuanes y un cuenco de alos que toman en cuclillas... Otros dirán que es un modelo de desarrollo global que va a cambiar el mundo.

¿Qué tienen que ver en esto los romanos? yo me imagino al típico romano tirado en un diván comiendo uvas todo el día y pillando muslos de pollo de una bandeja a los que les da un bocado y los abandona, mientras sirvientes tocan el arpa a su alrededor y bellas doncellas bailan a su alrededor ataviadas con vaporosas gasas. Es decir, se tocan los huesos mientras los esclavos macedonios se dedican a recoger patatas para el guiso del amo reservado para el domingo.

En esto que aparecen los bárbaros. Ellos que se han criado en la estepa comiendo carne cruda, entrenándose con la espada y pasando todo tipo de penalidades. Entre tanta escasez lo que queda es guerrear. Me los imagino todo el día haciendo gimnasia sin pereza, disparando flechas y liándose a mandoble limpio con sus semejantes. Sin pedir mucho a cambio... una ración de steak tartare diaria y algunas bayas silvestres, y poco más... Colmados de virtudes guerreras, no son quizá las más gloriosas. Faltos de sensibilidad pero prácticos en el manejo de la espada. Desconocedores de la blandura de los lechos romanos y del sabor de las uvas mediterráneas. Pero no eran tontos, ellos se querían pegar la vida padre y se subieron al caballo hartos de comer raices, bayas y demás zarandajas. Pusieron rumbo hacia Roma.

Bueno, pues para mi los bárbaros de antes son los chinos de ahora. Mucho más civilizados claro, pero vienen de las profundidades de China. Saben lo que es la vida dura, la han padecido y no tienen problema en vivir comprimidos, rodeados de horribles figuritas cuyo precio de coste está muy lejano del euro. Unos pocos rollos de primavera les basta. Su vida no vale nada entre mil millones. Ensillan su caballo imaginario y con sus armas del trabajo duro enfilan hacia occidente, con la promesa de hacerse con los perfumes de Dior, los secretos de la paella (porque están quemados de tanto arroz blanco) y el glamour de los lujos extremos... lo intentan conseguir desde el fondo de sus abigarradas tiendas todo a cien.

Sí, ya sé, "vaya comparación"... ¡¡¡ no es lo mismo que los bárbaros!!! ya lo sé... pero hay un cierto airecillo que yo identifico de similitud... nuestras armas son las mismas que las suyas... aunque tengo la sensación que al final vamos a salir mejor parados que los pobres romanos... chinitos benéficos...



sábado, 26 de marzo de 2011

He nacido para la gloria

El polluelo nonato se encontraba cómodamente acurrucado en el interior del huevo, contemplando sus plumas y recien estrenado cuerpo. Se sentía satisfecho de no haberse convertido en una simple yema pringada en el plato de algún idem. Su futuro se adivinaba venturoso, tan sólo, le quedaba un último esfuerzo... picotear la cáscara y salir al mundo exterior. 

El pollito rompió la pared de su prisión como martillazo en pared de pladur... sintió el aire viciado del gallinero que para él era una bocanada de aire fresco... vio por primera vez la tenue luz del corral, que para él era un sol cegador.

Se desembarazó por fin de su blanca coraza... empapado, con frío y con torpes movimientos inició su andadura... agotado por el esfuerzo pero feliz por el futuro prometedor que le esperaba... su madre emplumada le miraba... ¿cómo mira una gallina a sus nuevos vástagos alicortos? ¿se pone contenta? ¿alguien lo sabe?

Por fin se irguió... lo que podría haber sido un disco blanco con una esfera amarilla en el centro nadando en aceite de oliva, se convertía ahora en un pollo de lujo... sacudió sus plumones y levantó las alas al cielo del gallinero...

¡¡¡MAÑANA SERÉ AGUILA!!!

Gatos

Son animales ciertamente sorprendentes los gatos. De apariencia dulce, ojos misteriosos, piel suave... andares felinos nunca mejor dicho. Quizá ahora mientras lees te está mirando calladamente desde un rincón... te escudriña y no sabes qué piensa con esa mirada inteligente. Te adopta a ti y no tú a él. Elige el mejor lugar de la casa con desparpajo y huye de ti cuando le persigues, más rápido cuando más corras... y se acercará a ti cuando te olvides de su presencia... entonces se te pegará y empezará a ronronear... maullido cálido, figura esbelta... pero tigre latente si le haces daño... Entonces te verás con él... colmillos afilados dispuestos a atravesarte, garras como estiletes, sonido gutural y paralizante... un tacto sedoso que se convierte en un puercoespín. Se enfrentará con valentía... ¿te imaginas enfrentarte a seres que midieran 20 metros de altura? pero bueno, llega la calma... el gato vuelve de su paseo nocturno entre tejados, viene de cazar y de contemplar a su madre luna, como lo han hecho los felinos desde la noche de los tiempos como animales dioses del antiguo egipto

Cisne negro

Hace unos días vi la película Cisne negro. Fue "muy bonita" (como diría el crítico de cine, jeje). Se me ocurrió encontrarle un significado especial. El que no haya visto la película, mejor que no siga leyendo, aunque no quiero destripar el film...

Hay una lectura que tiene que ver con el perfeccionismo que puede llegar a ser absurdo cuando ponemos un fin por encima de nuestras posibilidades, y que implica un sacrificio que aniquila nuestro ser. También podría haber una lectura relacionada con el paso de la infancia a la madurez. De una infancia rancia retenida por afectos enturbiados de una madre que lucha por dar respuesta a su sensación de fracaso que es vencida por una rebeldía que sacude el yugo que la retiene, en busca de su propia identidad.

Pero esa infancia también puede significar "el bien"... afectos, inocencia, osos de peluche, timidez... frente al "mal"... egoismo, agresividad, perfeccionismo... con moraleja... locura y sacrificio final para obtener la cumbre. ¿Podría haber un mensaje más allá? es posible... "ignorancia" en un mundo en el que se hacen cosas anodinas, políticamente correctas y con mucho esfuerzo, frente a un mundo de "conocimiento" a través del sexo, la transgresión y adornado con imágenes luciferinas... llegando a un estado de conciencia superior al que se llega gracias a una muerte metafórica... suena a religión oculta... más allá del antipapismo tradicional anglosajon... no digo que sea malo, pero hay reglas del juego nuevas... ya hablaremos un día de ellas...

sábado, 19 de marzo de 2011

Queridas visceras

Este es un homenaje a quienes en su callada y silenciosa labor nos hacen tanto bien. Nuestras vísceras... amigo hígado, querido bazo, apreciado páncreas, estimadísimo intestino, su excelencia el pulmón... Vosotras, en vuestra abnegada e industriosa actividad hacéis que nos sintamos mejor. Segregáis jugos benéficos que anulan la fiereza de nuestros excesos. Vuestra fealdad exterior no hace justicia a la abnegada labor que realizáis.
No pedís nada a cambio, trabajáis las 24 horas y cuando extenuadas de vuestra labor os expresáis... ¿cuál es la respuesta que recibís? ¡Maldito intestino! ¡Tengo el hígado hecho una mierda!

Pero yo quiero dialogar con vosotras, quiero que seamos amigos. Nos sentaremos a negociar para buscar un acuerdo. ¿Os imagináis la charla?

El jefe: venga chicas sentaos aquí a mi alrededor. Tened cuidado con vuestros líquidos, no vayáis a dejar perdido el suelo.

Bazo: quería empezar yo a hablar, estoy quemado con el resto de vísceras, siempre hablando de ellas pero a mi me tienen olvidado.

Estómago: ja ja ja, pero si tu no vales para nada, además últimamente andas un poco hinchado y me estás empujando mucho.

Bazo: ¿cómo que no valgo? Pues que sepas que gracias a mi os salváis de muchas infecciones, que me dedico a producir glóbulos rojos durante el embarazo y que me ocupo de hacer desaparecer a los glóbulos rojos ya gastados... ¿qué te parece?

Estómago: ja ja ja, eso lo sabes tú y unos pocos... pero yo soy el rey... la gente piensa en su estómago... con buenos alimentos y demás... nadie se acuerda de ti...

El jefe: bueno no empecéis a discutir entre vosotras, yo he venido aquí para hablar.

Páncreas: pobre bazo es el gran incomprendido. A mi me conocen más... soy el de la insulina... pero no saben que genero glucagón que sirve para aumentar el nivel de
azúcar... mi protesta es que a veces me hacen trabajar a destajo, y yo sigo y sigo pero si luego me quejo me quieren extirpar.

Riñones: di que sí. Nosotros nos pasamos todo el día filtrando, y ¡no me veas! Luego nos quieren al Jerez... Nos viene de todo, hasta bicicletas... claro luego vamos dejando toda la porquería que nos envían almacenada y se queda esto lleno de pedruscos. Y tú estómago... no sé porque te sientes tan crecido.

Estómago: tenéis razón... a mi también me fastidian... me traen de todo... un cabrito asado entero sin masticar que yo, a base de jugos varios, tengo que disolver... a veces es agotador. Y bueno, no veas, cuando mi amo se pone nervioso, me obliga a echar mis ácidos cuando no toca y mis paredes se disuelven... ¡socorro!

Pulmones: nosotros también tenemos lo nuestro, aunque seamos pareja y no nos sintamos solos, igual que los riñones, también nos llevamos lo nuestro... humo de coches... el tabaco... ¡estamos negros! con las ganas que tenemos de un poco de olor a mar y a montaña... pero nada... amo cada vez está más vago.

El jefe: me gusta tener esta conversación con vosotras y que podáis expresar vuestros sentimientos.

Intestino: claro, yo hago también un trabajo duro, sin pedir nada a cambio, yo también tengo mis padecimientos que vivo en silencio. Soy largo larguísimo y me voy encontrando de todo en mi recorrido... y todo por culpa de mi señor ¡oh amo! Que me envía materiales secos. Se cree que esto es un almacén ¡un poco de fibra por favor!

Hígado: pues a mi no me veas... se ponen hasta arriba de cubatas y ¡voy a acabar hecho foie! Fijaos todo lo que hago... “desempeño funciones únicas y vitales como la síntesis de proteínas plasmáticas, función desintoxicante, almaceno vitaminas, glucógeno, entre otros para el buen funcionamiento de las defensas, etcétera. Además, soy el responsable de eliminar de la sangre las sustancias que pueden resultar nocivas para el organismo, transformándolas en otras inocuas.

Vesícula biliar: yo soy otro gran olvidado, me desprecian porque genero bilis pero con ella consigo disolver lo que se me ponga por delante que a veces es cualquier cosa. Por cierto, aprovecho para excusar a los que no han podido venir, tenían mucho trabajo: el corazón, ganglios, esófago y muchos más que hacen su labor silenciosa todos los días.

El jefe: bueno he aprendido mucho de vosotras ¿queréis decirme algo más?

Todas al unísono. ¡que te acuerdes que existimos! Te hacemos bien y tu nos tratas a patadas. Nos utilizas como si fuéramos a estar nuevas toda la vida. Imagina dos coches nuevos, uno lo empiezas a utilizar de forma normal desde el primer momento y el otro lo empiezas a forzar un día tras otro. Al principio, como los dos coches están nuevos no habrá diferencia entre ellos, los cogerás un tercer día y seguirán funcionando igual de bien. Eso te hará pensar que por mucho que tortures el coche seguirá siempre funcionando bien. Sin embargo, llegará un día que ya no será así. Y el coche que mejor hayas cuidado seguirá con su abnegada labor y el otro caerá en el descrédito... hasta dirás que qué malo te ha salido y que mala suerte has tenido...

El jefe: pero ¿y qué pasa si quiero vivir a tope? ¡sólo se vive una vez! Igual soy sano y me da un yuyu ¿de qué vale tanta vida sana?

Todas otra vez: eso puede ocurrir de esa forma, pero sabes que la probabilidad es menor... además te puede dar el yuyu que dices y quedarte 30 años con nosotras a medio gas... ¡¡30 años!! piénsatelo dos veces... claro que te aceptamos un poco de excesos hombre... pero hay límites... simplemente ¡escúchanos! y tu sabiduría natural sabrá cómo actuar, nada más.

El jefe: ¡vale, vale! Prometo haceros caso amigas mías...

Reivindico aquí... ¿tendría sentido una obra teatral para niños?... cada actor sería una víscera... aprenderíamos a quererlas... cada una diría sus funciones y las conoceríamos mejor.

Aprendamos el lenguaje de las vísceras, nos hablan todo el día y quizá no las escuchemos...