domingo, 29 de mayo de 2011

Una noche en la isla

Estoy en la pista de despegue. Es una tarde tranquila. Una suave brisa fresca primaveral entra por la ventanilla de mi avión, que no me canso de recibir en la cara. Por ella se cuelan los murmullos de la tarde. Los típicos de las madres con sus niños, balones, gritos, algún pájaro esporádico, un lejano ruido de los coches en movimiento que recuerdan que estoy en la gran ciudad. Entra el olor a lavanda y a hierba también. Mi avión no tiene sólo dos alas, sino muchas de diversas formas y geometrías y que se mueven solas. No esperan más aviones en la pista, así que mi avión despegará cuando el quiera, cuando lo hace no me doy cuenta. Miro por la ventanilla y veo que estoy volando. Con tantas alas que tiene puede volar de muchas maneras y nunca sé donde me va a llevar. Alguna vez hace vuelo rasante y acrobacias que me inquietan, pero, por fortuna, suelo tener viajes sin sobresaltos y placenteros.

El vuelo ya ha empezado, quedan atrás las madres, los niños, las lavandas y los coches. Casas cada vez más pequeñas. Moles de hormigón vistas desde el aire que alicatan la ciudad. Entro en un mar de nubes. Son de muchos colores, que iluminan de arco iris la cabina de vuelo. Por panel de mandos tengo una mesa de madera, por parabrisas tengo una ventana que me da aire y una cortina bamboleante me protege del mortecino sol de la tarde.

Dejo atrás las nubes multicolor alumbradas por el sol de poniente en múltiples irisaciones y movimientos. Estoy llegando al destino... una isla remota en un océano incógnito de intenso azul, a miles de kilómetros de la última tierra habitada.

Encuentro una explanada tapizada de verde que me sirve de pista de aterrizaje. Me bajo de mi nave y miro a mi alrededor. Es el mismo sol que había dejado atrás. Nubes rojizas que adornan el cielo. Tonos de azul en diversas gradaciones que se pierden en el horizonte. Aunque parece que estoy sólo, tengo la sensación que hay alguien a mi alrededor.

Comienzo a avanzar, y noto un olor a mar. He aterrizado cerca de unos acantilados que frenan el ímpetu orgulloso de las olas que son desmenuzadas en millones de minúsculas gotitas que viajan hasta mi. Me aproximo al borde del mismo y veo los rompientes. Es una imagen que se sucede ininterrumpidamente desde hace millones de años. En ese momento me siento intemporal. Ajenas a las inquietudes humanas, las olas seguirán batiendo las rocas como ya lo hacían un millón de años atrás o mil millones atrás, cuando nuestro sol, en sus mocedades, era más pequeño y menos luminoso. Veo también el sol que cae, me produce melancolía, pues no todos los sueños e ilusiones que durante el día nacieron seguirán. Sin embargo, mañana, un sol más intenso, si cabe, alumbrará nuevos proyectos que producirán nuevas ilusiones. Siempre habrá un rincón para el recuerdo, lo que no pudo ser, la persona querida que desapareció, pero la vida, como en toda primavera, volverá acaso con más fuerza.

Sigo andando. Ya empieza a oscurecer. Mi avión se ha camuflado en la hierba, es muy listo y le ha salido pelo verde que le oculta. Ahora es indetectable, me esperará todo el tiempo que haga falta. Las primeras estrellas ya van apareciendo en el firmamento. Estoy viendo una luz que se produjo hace miles de años, cuando se construyeron las pirámides de Egipto o quizá cuando César gobernaba en la antigua Roma. Y yo estoy aquí, enviando una luz muy tenue que alguien verá en un preciso instante muy lejano, cuando yo ni siquiera sea un recuerdo. Me sigo preguntando ¿Dónde estaré en ese momento? Quizá viajando a través de otra dimensión sea testigo de excepción, desde aquel lejano mundo, de lo que ahora va a acontecer aquí. Esa incertidumbre sobre lo que tiene que venir me hace sentir una emoción por el futuro.

Empieza a refrescar y entre los colores cada vez más apagados del véspero, veo una luz a lo lejos, se encuentra en una playa a no mucha distancia. Me dirijo hacia ella con viva excitación ¿qué será? ¿quién me espera allí? También siento inquietud, tal vez no me reciban amigablemente. De cualquier forma, voy a ir. Atravieso una llanura de hierbas altas, perfumadas, que obedientemente se mueven a merced del viento dejando un murmullo apagado que envuelve el valle entero. La distancia es cada vez más corta. Las olas que rompen en la playa ya se escuchan cercanas. La luz gana en intensidad, pero cada vez está más oscuro alrededor.

Finalmente, llego... hay una hoguera encendida en la arena, hay varias personas a su alrededor. Me acerco tímidamente, parece como si me estuvieran esperando.

- Buenas noches a todos.

- Siéntate, ponte cómodo, sé bienvenido.

Les pregunto desde cuándo llevan aquí sentados.

- Llevábamos largo tiempo esperando este momento. No había prisa, pero finalmente has aparecido.

- ¿Largo tiempo?

- Somos un producto tuyo, nuestro pasado no importa. Lo que hicimos ayer o anteayer. Pero hemos estado aquí esperándote. Este es un gran momento.

Yo me siento sorprendido por lo que comentan. Me siento entre ellos. Al principio estaba deslumbrado y tenía dificultad para ver sus caras. A la luz de la hoguera intensa, cada minúsculo palo que se quema se ve perfectamente, no hay ninguna duda en su forma, se ve con todo detalle. Sin embargo, cuando miro detrás de mi, la oscuridad es prácticamente total sólo a pequeña distancia es posible ver algunos detalles de forma muy tenue. Noche sin luna.

Finalmente, veo sus caras. Reconozco amigos de la infancia, personajes conocidos de las revistas, de los telediarios, familiares, amigos actuales... Son las mismas caras y distintas a la vez. Es toda la humanidad la que me habla.

- Tenemos poco tiempo para hablarte. Tú tendrás que volar en breve a tu mundo real y tenemos que transmitirte un importante mensaje para la humanidad. Esperemos que lo puedas transmitir bien. Quizá no vuelvas por aquí.

- Haré todo lo posible por transmitirlo bien. Creo que desde hace tiempo me estabais llamando.

- En efecto. Es un mensaje especial.

Yo les veía las caras, había inocencia en sus miradas. Me sentía sorprendido. Eran como yo en mis mejores momentos. Políticos, ácratas, banqueros, menesterosos, competitivos colegas de trabajo, compañeros, religiosos, anticlericales, pacíficos, violentos, soldados, terroristas, amas de casa, ladrones, criminales, víctimas, dictadores, demócratas, negros, blancos, tranquilos, alterados, bebedores, fumadores, comedores, drogados, traficantes, rompecorazones, corazones rotos, vendados, blindados... aburridos, animados, feos, guapos, empresarios, currantes, ecologistas, contaminadores, agricultores, corredores de bolsa, cantantes, pintores de brocha fina y brocha gorda, corruptos, moralistas, inmorales, vagos, trabajadores, fuertes, débiles, sensibles, duros, nerviosos, tranquilos, obsesivos, padres, hijos, solteros, casados, dormilones, insomnes, mentirosos, sinceros, tontos, listos, enfermos, sanos, pobres, ricos, europeos, africanos, sufridores de guerras, degustadores de tiempos de paz, deportistas, sedentarios, solitarios, abandonados, amigables... estaban todos...

- ¿Qué queréis contarme?

- Ya te estamos diciendo cosas ¿no lo ves?

- Veo las etiquetas de cada uno, pero no veo vuestra maldad. Me transmitís paz, o ¿es quizá la paz que un día tuvisteis y que solo una parte de vosotros, los más sabios o los más afortunados habéis sabido mantener?

- Somos los mismos de siempre. Una parte de nosotros, por pequeña que sea, es como la ves ahora.

- ¿Y qué hacemos con vuestra parte oscura? ¿Sobra o sirve para ir a algún sitio?

- Esa pregunta sólo la puedes responder tú, o cada una de las personas del mundo ¿con qué te quedas de nuestra parte oscura?

- Fíjate que más allá de esta hoguera la oscuridad lo envuelve todo. No va a amanecer todavía.

- Soy incapaz de saberlo, hay algunas partes que claramente las eliminaría, otras no lo tengo tan claro, algunas seguramente pueden ser bastante útiles. Además si fuera otra persona la que decidiera, seguro que haría una elección diferente.

- En ese caso, lo que no eliminaras ¿no sería parte oscura?

- Bueno, no sería parte iluminada. Quizá sería otra cosa que no tengo claro cómo definir. Algo que te hace crecer pero no sé si para conseguir algo interesante o no. Además, puede que cosas que para mi no sean buenas sí lo sean para otros. No sería quién para juzgar.

- ¿Te atreverías a establecer un código universal?

- Me parece difícil, cada uno está en su lucha y lo que le parece justo a otro le puede parecer muy injusto. Podría también pensar en las causas que benefician a más gente. Sin embargo, en muchos casos puede ocurrir que una causa que aparentemente beneficia a pocos, a largo plazo beneficia a muchos. Habría que analizar muy en detalle y no siempre hay tiempo o conocimientos para hacerlo. Complicado...

Comprendía en ese momento que en muchos casos las personas estaban en atolladeros de los cuales les costaba salir, habían llegado allí a saber de qué manera. Desconocía su sufrimiento interior, pero no podía justificar el dolor que podría infringir en otros.

Finalmente, me di cuenta que era yo quien tenía que decidir el mensaje, ellos me habían puesto los hechos en bandeja, pero era yo el que tenía que concretar. En esto que hablé:

- Bueno creo finalmente, que por difícil que parezca a primera vista y por complicada que sea la comprensión, y siendo consciente que pocas personas entenderán el mensaje (yo mismo, no lo entenderé la mayoría de las veces) creo que todas las personas desde dictadores a jugadores de petanca de un pueblo tienen su porción de bondad y como seres humanos que son, han venido a este mundo a realizar un papel para revolver a la adormecida humanidad y acercarla a instancias superiores como reacción a quién la quiere llevar a instancias... inferiores. Muchas veces no entenderemos las explicaciones. No aceptaré, con mi corazón, por el camino del amor, situaciones que crea abusivas y que perjudican a la humanidad, empezando desde mi pequeño entorno, pero intentaré mostrar respeto profundo por cada una de las personas. Admiración por el que crea que se acerca más a mis ideales; con ganas de pegar una bofetada para espabilar a los que son malvados y se dan cuenta de ello, o no se dan cuenta, o me la pegaré yo si en lugar de ser malvado quien crea yo que lo sea soy en realidad yo el malo. Sentiré tristeza por el que echa su vida a perder, y enreda a los demás, empezando por mi mismo, cuando en pequeñas o grandes cosas pongo mínimas o inmensas piedras a la humanidad para que avance, aunque alguien habrá que finalmente las convertirá en gravilla. Nadie es mejor que yo, ni peor. Haré juicios pero nunca podrán ser absolutos. Pero deberé actuar con firmeza aunque tenga que reconocer con el tiempo que me he equivocado y quizá intente torpemente rectificar.

- ¿Qué camino podría tomar la humanidad?

- Volver a empezar. Querernos y querer nuestro entorno, la naturaleza. No odiarnos y no pensar que nuestro mundo va hacia la superpoblación y la superpolución. Aún estamos a tiempo. El lenguaje del amor podrá deshacer toda injusticia. Aunque solo sea un poquito, si aplicamos dosis de amor algo desharemos del entuerto universal y nos sentiremos mejor.

En ese momento, una sucesión de imágenes pasaba por mi mente. Anarquistas que reconocían la habilidad del banquero para manejar recursos económicos y que reconocían su propia ignorancia en economía y banqueros que alababan el libre pensamiento de los ácratas y entendían su visión que no los aprisionaba en los recursos económicos y en la avaricia. Clérigos que alababan la amplitud de miras morales de los que denostaban la religión, mientras estos últimos reconocían el valor de la espiritualidad para el ser humano y la importancia para su extensión que tenían las religiones.

Colectivos difíciles de calificar según donde estuviera uno: soldados, terroristas, políticos, dictadores... que finalmente entenderían el daño causado a la humanidad. Tantas cosas... Rompecorazones que entendieran a la otra parte...

Finalmente, llegó el momento de mi partida. Me despedí de ellos. Llevaba un bagaje que intentaría trasladar a la humanidad. Sonaba pretencioso pues quizá miles o millones o miles de millones de personas recibieron el mensaje de una u otra manera.

Ya en mi avión peludo volvía hacia el hogar. Me preguntaba mientras aterrizaba si el amanecer del qué me hablaban mis compañeros de noche llegaría pronto. Lo que creo seguro es que un día llegará.

miércoles, 4 de mayo de 2011

La tauromaquia

Hoy voy a hablar de la tauromaquia con todo el respeto del mundo. Sí, a mi tampoco me gusta que muera el toro en la plaza pero no he venido a hablar de eso. Tampoco quiero pensar que son fiestas primitivas que nos convierten en salvajes. No quiero tener complejos de quien nos critica... franceses que torturan ocas para hacer foie; ingleses, frances y americanos que tienen bombas atómicas para barrernos varias veces a todos... europeos todos que hacinan animales en granjas para posteriormente ejecutarlos sin juicio previo... aunque no voy a decir que tengan su parte de razón... pero no he venido a hablar de eso.

Vengo a hablar de una fiesta ancestral que yo como profano, ciudadano poco ducho en toros (he ido dos veces en mi vida a una plaza de toros) me atrevo a interpretar en su significado profundo que se pierde en la antigüedad.

Me sugiere la lucha ante la vida... el toro somos nosotros y el torero los avatares de la existencia. El toro sale animoso, inquieto. Se ve capaz de afrontar todas las dificultades.

El torero le atrae con señuelos que le ciegan y una vez tras otra es engañado.

Torero de luces, simboliza la hombría y el valor, pero a la vez, es ambiguo, elementos femeninos le cubren: traje rosa, medias ajustadas, brillos dorados.

El cornúpeta también es ambiguo, símbolo de fuerza y virilidad, pero también la mujer que debe ser toreada por el torero macho

Las banderillas le cubren, cada una es una lección en la vida. Sangre de sufrimiento pero adornado con vistosas banderillas de colores que recompensan el valor.

Finalmente, con escasas fuerzas, pero con bravura, sin miedo ante la adversidad, embiste por última vez. Su muerte es gloriosa, pero no ha sido en vano.

La tarde acaba y el sol se pone. Quizá asciendan a una dehesa celestial, donde todo el día puedan correr libres hacia otros horizontes...