sábado, 8 de octubre de 2011

¿Soluciones para nuestra sociedad?

Escribo estas líneas para intentar reivindicar un debate nuevo, que involucre de verdad a toda la sociedad. Creo que de poco sirve que los que ya están de acuerdo entre si se fortalezcan exclusivamente en sus ideas, porque lo que consiguen es crean bloques, torres fortificadas frente a las ideas de los demás. Me parece que si queremos arreglar este mundo tiene que ser con el aporte de las ideas de todos, con un proyecto común en que todos, en mayor o menor medida, se vean reflejados. Que se siente la curia eclesiástica con anarquistas, insignes banqueros con funcionarios mileuristas y empresarios multinacionales con ecologistas trepa chimeneas.... que venga todo el que se quiera apuntar. Que sigan hasta que haya fumata blanca con las soluciones para este mundo.

Perdóneseme el tono directo que pueda haber en algunas afirmaciones mías, todo es discutible, pero como en cada idea que ponga vaya poniendo “creo que” “opino que” tendría que repetir esto doscientas veces, además uno al final toma partido por algo.



Raíces personales de nuestra verdad

Creo que nuestras ideas no son objetivas, son emocionales, aunque luego las solemos vestir de racionalidad con argumentos e interpretaciones varias.
Nuestras ideas se han moldeado a lo largo del tiempo y han llegado a ser lo que son por diversas razones tales como la herencia familiar, demostrar amor a nuestros padres y allegados o para llevarles la contraria y, así, reafirmar nuestro ego, por vivencias que nos han marcado, por la educación recibida, por la información recibida de los medios de comunicación y la cultura. También algo sale de nuestras entrañas puras. Seguro que hay más razones. A lo largo de nuestra vida nos habremos encontrado maestros que “saben qué es lo mejor para nosotros” y nos influirán tendenciosamente. Unas veces nos daremos cuenta y otras no.

Por tanto, creo que nadie es dueño real de sus ideas, de alguna manera todos tenemos el cerebro parcialmente lavado y nadie, absolutamente nadie, se salva. El que menos se salva, bajo mi punto de vista, es el que se cree más libre y menos influido.

Esta es mi opinión. ¿Tengo lavado mi cerebro con Ariel o con jabón Lagarto?



¿Eres tolerante?

Para mi tolerante es el que escucha ideas contrarias a las suyas y no juzga a la persona por tener dichas ideas, sino que las juzga de la forma más objetiva posible y extrae el punto de verdad que hay en las mismas. Y el más difícil todavía, tras haber escuchado esas ideas opuestas, tener aún una sonrisa sincera para ofrecer a esa persona y, aún más, aceptar que seamos gobernados durante años por personas que tienen ideas radicalmente distintas a las nuestras y saber ver las virtudes que hay en esa forma de gobierno, para nosotros adversa, porque encontrar los defectos nos va a ser bien fácil.
Complejo es tolerar cuando esas ideas no coinciden para nada con las nuestras y, sobre todo, cuando percibimos un peligro en el caso de que se apliquen. Este último punto es realmente el más complicado, aunque pienso que el 90% de las veces vemos peligros inexistentes, exagerados o inducidos por un manipulador y que, realmente, se pueden convertir en peligros si creemos que lo van a ser y no debatimos con la contraparte la idea propuesta.

Y dicho esto ¿hay alguien tolerante?



Idealistas y realistas

Creo que todos tenemos ganas de un mundo mejor. Tenemos en mente un mundo utópico. Hay gente que cree que es posible, otra que no. Tenemos entonces a los idealistas y a los realistas.

Dentro de los idealistas que sí creen en ese mundo utópico los hay que consideran que se puede conseguir a corto plazo mediante una revolución inmediata y otros piensan que todo será posible a largo plazo mediante una evolución de las conciencias. Son pelajes muy diferentes los de estos dos idealistas pero mezclados entre si. Se juntan el que mediante actos incluso violentos quiere cambiar la sociedad, con buenas y malas consecuencias, junto al que a través de propuestas pacifistas de oración y meditación quiere conseguir el mismo plan. En realidad son personas muy diferentes entre si.

Los realistas creen que el mundo no va a cambiar, que los recursos van a seguir siendo escasos y que los pecados capitales de los seres humanos siempre van a estar ahí. Piensas que cada uno, por tanto, debe hacer la guerra por su cuenta. Aquí también hay dos pelajes muy diferentes. Por una parte, el realista tranquilo, trabajador, ordenado, que busca lo mejor para los suyos dentro de los márgenes que establece la ley y su propia conciencia. Por otra parte, el realista radical, ambicioso y depredador, que puede causar gran daño a la humanidad, pero a la vez gran beneficio. De cualquier manera, igual que con los idealistas, son dos pelajes muy diferentes que no se deberían confundir entre si.

Estos 4 tipos (idealista revolucionario, idealista pacifista, realista tranquilo y realista radical) chocan todos con todos, pero, claro, quien echa más chispas es el choque idealista revolucionario con realista radical.

Lógicamente, todos nos movemos en la escala de grises, entre esos cuatro estilos ¿cuál predomina más en ti?

Pienso que todos los estilos tienen su papel a desempeñar en el mundo y son necesarios, pero en su justa medida. No echemos demasiada sal al cocido ni demasiada poca agua. El guiso vital necesita todos los ingredientes pero en proporciones culinarias adecuadas, si no, será intragable, que sería como tirar nuestro mundo a la basura.


Utopía

Yo quiero un mundo utópico. Que amemos al prójimo como a nosotros mismos. Que aseguremos la persistencia de nuestra especie y de todas las especies en armonía con la naturaleza. Que todo el mundo tenga pan, educación, sanidad y amor universal. Que no haya diferencias entre razas, entre clases sociales, entre géneros, y que no veamos a los demás como una amenaza. Que sepamos elegir el camino adecuado para progresar en el mundo dirigiendo nuestros recursos siempre hacia donde más se necesite. Que dediquemos nuestro tiempo a hacer lo que más nos guste y que más aporte a los demás. Que tengamos suficiente tiempo para dedicarlo a los nuestros y a nuestras aficiones. Que tengamos mucho amor, muchas amistades, mucha familia bien avenida. Que no nos vayan calentando la cabeza. Que nos enseñemos a ser libres de verdad, tolerantes, que conectemos de verdad con nosotros mismos y que descubramos el sentido real de nuestra existencia.

Y me pregunto yo ¿y no es esto lo que quiere casi todo el mundo? ¿por qué vamos desviados de este camino? ¿Qué estamos haciendo y qué deberíamos hacer para ir directos a lo que queremos de verdad?


La campana de Gauss

Si yo tuviera un dios, creo que sería la campana de Gauss. Para el que no haya oído hablar de ella, lo que viene a significar en estadística es que para una población muy grande la mayoría de la misma va a ser de tipo medio, unos más tirando a la idea o característica A y otros tirando a la idea o característica B. Siempre habrá unos poquitos que destacarán mucho en la idea A y otros poquitos que destacarán en la idea B.

Vamos, que al final la mitad somos de A y la otra mitad de B y unos pocos por ambos lados muy radicales.

Ya veremos más adelante, mis razones de porqué creo que es tan importante esta campanita, entre tanto, voy a hacerle un altarcillo...


Respuestas urgentes para nuestro mundo

Voy a hacer aquí una lista para los temas que, bajo mi punto de vista, requieren respuesta urgente por parte de la sociedad.

Aquí hago mi primera apelación a la campana de Gauss. No valen nuestras soluciones particulares por buenas que nos parezcan, porque probablemente, la mitad de la población va a estar en contra de ellas y la otra mitad a favor. Creo que las soluciones tenemos que madurarlas entre todos.

Bueno, pues aquí está la lista:
  • Establecer una forma de gobierno que nos permita ser libres.
  • Cuidar los recursos naturales y asegurar una sostenibilidad para las próximas generaciones.
  • Conseguir un manejo de los recursos económicos transparente y orientada realmente al bienestar de las personas.
  • Orientar nuestra existencia a lo que realmente queremos ser y hacer.
En otras entregas hablaré de mis propuestas...

La nueva revolución digital

Gracias a Internet se está consiguiendo que cada vez más gente ponga en común sus ideas con los demás. Aportan sus ideas y son enriquecidas. La revolución de verdad está por llegar, porque las conclusiones ahora se quedan en microcomunidades que no conectan con las demás. Cuando realmente se puedan consolidar todas las ideas, la red podrá reducir el poder de los poderes fácticos actuales: la banca, los políticos y los medios de comunicación.

Si advierto de dos riesgos. El primero de ellos es que si esta red no es utilizada por todo el mundo, se puede dar la posibilidad de que unos pocos, minorías muy activas, dominen a los demás. El segundo riesgo, es el más difícil de gestionar, es que democracia no siempre es racionalidad y cordura. Podemos acordar entre todos tirarnos al abismo, puede que sea democrático, pero cuando estemos cayendo quizá pensemos que eso no era exactamente lo que queríamos. Conviene que haya mentes pensantes y preclaras de todas las tendencias políticas y que representen equilibradamente a toda la sociedad (otra vez la campana de Gauss).

Pero bueno, creo que esto es para pasado mañana... ¿o van las cosas más aprisa y no me he enterado?



¿Por qué sólo se puede arreglar entre todos?

La sociedad, grosso modo, tiene dos formas de pensar diferenciadas, que se han venido en llamar izquierdas y derechas. También, y bajo mi punto de vista, más sabios, hay unos pocos no alineados y personas que se mueven a caballo entre un lado y el otro y toman de cada lado lo que les parece oportuno.

Pero pienso que la mayoría de la gente, jaleados por los políticos que más parecen entrenadores de equipos de fútbol que otra cosa, acaba tomando partido por una de las dos alas.

Cuando hablamos, no solo hablamos en nombre nuestro, sino de nuestros padres, nuestros sentimientos más profundos, nuestras vivencias... y negar nuestros izquierdismos, derechismos o el tenderete que nos hayamos montado es casi como negar nuestro propio ser. ¡Con lo bien que habíamos edificado nuestra estructura mental y viene un cretino a desbaratarlo! ¡Destrúyase dialécticamente al atacante! ¡Da igual si tengo razón o no y si el otro tiene que aportar algo! ¡Liquídesele, a ser posible, físicamente!

Luego está el inocente, que cuando habla sube el pan. Dice algo y provoca la tercera guerra mundial. Impasible el ademán. Ni se da cuenta. A todos nos habrá pasado alguna vez.
Al buscar soluciones, creo que si no superamos esos sentimientos y no subimos un peldaño, solo podremos hablar y entendernos con quienes piensan casi como nosotros. Haremos un edificio sólido, pero sin ventanas al exterior. Creeremos que nuestra alternativa es la mejor para la sociedad, la más democrática, libre y tolerante. Apelando a mi querida campana de gauss, la otra mitad de la población no estará conforme con las soluciones aportadas. Las propuestas serán entonces aplicadas, como dictadura, por la fuerza en contra de media población hasta que el régimen caiga, o bien, en democracia, serán aplicadas durante unos pocos años, generando tensión entre la gente y alegrándose intensamente el otro ala cuando caiga el gobierno anterior, tras la generación de pequeños disturbios (teas parties, nunca mais y cosas de pelaje similar, que se vaporizan una vez conseguido el objetivo fijado).

Cuando trate cada una de las soluciones a los problemas de nuestra sociedad se verá esto de forma más relevante. Pero pongo aquí un ejemplo.

Los ecologistas dicen que estamos consumiendo recursos de forma exagerada, no estamos tratando bien la naturaleza, que nos dirigimos hacia formas de vida antinaturales y que no estamos creando un mundo sostenible. Hasta ahí bien. Casi todos de acuerdo.

Los amantes del progreso, por ponerles un nombre, consideran que, gracias al esfuerzo personal, podemos hacer este mundo más próspero, reduciendo distancias, luchando contra la enfermedad, aumentando el confort personal, mejorando la calidad de vida, crear destinos de ensueño. Creo que también casi todo el mundo se apunta a esto.

Pero cuando los primeros dicen de los otros que son insolidarios, depredadores, contaminadores y avariciosos, mientras que los otros dicen de los unos que son cínicos, vagos y aprovechados entre otros exabruptos, pues ya la tenemos montada... se crean muros que crean división. No hay puntos de encuentro, cuando resulta que todo el mundo quiere vivir lo mejor posible en un paraíso natural.

Ah, y a mi no vale la excusa de que con los poderosos no se puede razonar y que hay que actuar sin consultar. Y lo digo, porque hay poderosos, en la sombra, en ambos lados. El pueblo, al completo, unido jamás será vencido y sólo así podrá alcanzar sus destinos.

En próximas entregas propondré mi visión para dar soluciones a esta sociedad...
 
 

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